Al fin…Reseña de «Los herederos de la tierra» de Ildefonso Falcones
No voy a negar lo evidente. Por falta de tiempo, a veces ganas e incluso la perdida de interés en algunos momentos en los que la historia se salía un poco del guión con demasiados datos históricos, para mi gusto (y mira que me gusta este tipo de novelas), por fin he terminado la última novela de Ildefonso Falcones.
«Los herederos de la tierra» es la continuación que en cierto modo nos debía este genial escritor catalán, después de diez años de espera tras la inconmensurable obra de arte, a mi modo de ver, «La catedral del mar» que pronto verá la luz en forma de serie en Antena 3, y que espero que no nos defraude como otras desafortunadas adaptaciones de novelas españolas.
Digamos que esta novela es un paralelismo muy bien hilado después de la historia y vida de nuestro adorable y querido Arnau Estanyol. Hugo Llor es el protagonista, discípulo de este y que por culpa de los enemigos acérrimos de su mentor, los Puig, ve truncado el sueño siendo un joven de doce años de progresar como constructor de barcos y marinero como su padre trabajando en las atarazanas de la capital de cataluña en plena era medieval.
Su vida se divide entre dos cruces: ser fiel al hijo de su mentor, Bernat o sobrevivir por culpa de las conspiraciones de sus enemigos y aliados a rey de la época. Una infinidad de infortunios lo llevará a lo largo de su vida a tomar decisiones absolutamente reprochables, incluso para el mismo. El amor también lo conducirá por diferentes caminos, tan inescrutables como las pisadas que deja Dios sobre el destino de cada hombre.
Marido por obligación, padre sin serlo, pero de auténtica vocación por la herencia familiar y lleno de una nueva pasión gracias al refugio de una familia judía, nace en su interior la pasión por el vino y esta a su vez lo lleva por la calle de la amargura en mil y una situaciones que harán de esta historia una interesante forma de ver la vida en aquella época y de como la pasión por vivir de una vocación y una fe, puede dar a Hugo tanto satisfacciones como dolores continuos en su alma. Si dejar de lado la creencia en Dios y en la Virgen de su adorada Iglesia de Santa María del Mar.
Cada personaje te hace amar y odiar sus dispares personalidades y su recias convicciones. Ildefonso Falcone no me demuestra nada más que lo que es, un gran escritor. Es el tercer libro que leo de él, pues » La catedral del mar» como ya os he dicho y «La mano de Fátima» me parecen dos obras imprescindible en vuestra biblioteca y todavía tengo pendiente su penúltima novela «La reina descalza».
Que no os engañe lo que personalmente he tardado en leerla. Ha sido como os he dicho solo por dos detalles: la falta de tiempo y la desmesurada a veces proporción de datos históricos. Por lo demás, os la recomiendo de principio a fin. Da gusto cuando, mientras lees, un escritor te hace viajar por cualquier época de este mundo que ya lleva más de dos mil años dando guerra. Mi única pega es la ligereza con la que muchos escritores, a falta de cuarenta páginas, agilizan los finales después de dar muchas vueltas. Me recuerda a esas series que les cortan el grifo y les piden que terminen como sea.
Aún así , gracias Ildefonso Falcone por cerrar, al menos de momento, esta saga y hacerme disfrutar con su lectura.
Mi nota es de un 8 sobre 10.
Óscar Lamela Méndez