Reseña de «Rebelión en la granja» de George Orwell
Hace dos años publiqué la reseña que para mi describía lo que era realmente el terror reflejado entre unas hojas de papel. «1984» fue una novela que me marcó profundamente, no solo por su mensaje futurista y acertado, sino por todo lo que se escondía entre sus palabras.
La historia de esta publicación tuvo su aquel, el autor inglés nacido en la India, lo deja bien claro en el prólogo que el mismo nos regala como avanzadilla de lo que vamos a ver en «la granja» pero aquí mojándose. Nadie quería apostar por un mensaje directo y claro. Se las vio y deseo para finalmente llevarla a cabo. «Rebelión en la granja» es una fábula salpicada de sátira e ironía, que refleja con total maestría el poder de una idea. Sí, parece que soy ahora mismo Leonardo Di Caprio en la película Origen de Nolan, pero básicamente, esta novela corta nos quiere reflejar eso. Enmascarada tras unos animales de granja que quieren revelarse contra su opresor, Jones, el dueño de la granja, nace una historia que fue críticada y vilipendiada por todos aquellos que se veían claramente reflejada en ella, pues su mensaje directo contras las ideas estalinistas estaba muy presente de principio a fin.
Si para colmo, refleja en esas figuras de poder como líderes de esa revuelta a un animal como el cerdo, cabeza visible de todo esa nueva corriente, la polémica esta servida. Pero no podemos quedarnos ahí, pues hay muchos mas «personajes» que son reflejados en esta historia en la piel de otros animales. A parte de los cerdos, Napoleón, Squealer y Snowball, me quedo con dos animales concretos. Un caballo llamado Boxer y un burro llamado Benjamin. El equino representa a ese ser sin cerebro que solo hace lo que sus superiores le dicen, sin cuestionar nada y sin la capacidad intelectual mínima para razonar por si mismo. El asno, por otra parte, no representa precisamente la otra cara de la moneda, más bien es aquel ser que sabe perfectamente lo que hay, a lo que los CERDOS están jugando, pero le da exactamente igual lo que hagan con él o el resto de la granja, un ser pasivo, como todo aquel que sentado en su casa deja que el mundo le de siempre por el culo. No por miedo, sino por costumbrismo.
Y os preguntaréis, ¿que animales son los que no se callan y protestan? Esos no quedan reflejados en ninguna especie, da igual su raza o condición, porque para los cerdos siempre serán carne de cañon, daños colaterales. Simples piezas que los cerdos saben manejar muy bien para seguir implantando su mensaje a los cortos de miras e incluso llegar a robarle sus recuerdos por el simple hecho de que gracias a ellos, un día se libraron del «humano»… podéis entender porque pongo entre comillas esta última palabra.
150 páginas que no dejan al azar ninguno de los elementos esenciales que se necesitan para crear una obra esencial no sólo en el siglo pasado, sino en los venideros. Pero ya se sabe, el ser humano es cíclico y aunque este mensaje este bañado en pesimismo, la realidad y la historia siempre se repiten con diferentes personajes y escenarios. El final siempre es el mismo, el dominio por encima del raciocinio; el control por encima de la libertad; camuflar una dictadura con una democracia obsoleta.
Este es el mensaje oculto de este cuento en el que vemos a través de la proliferación de una sociedad animal como todo al final vuelve al principio. Rebeliones, guerras y conflictos internos, lucha, sometimiento y la prospera promesa de resurgir de las cenizas de algo que se quemó, pero que simplemente se le ha cambiado el nombre y que sigue siendo la misma mierda.
Me hubiera encantado conocer a Orwell, charlar con él y comprobar cómo una mente tan privilegiada, puede ser capaz de dar lecciones a través de una pluma.
Podría hablaros de muchas cosas que pasan durante esta historia en la Granja Manor, pero para mí es absolutamente secundario. Lo importante es su misiva y todo lo que conlleva el pensamiento absoluto y totalitario de una sociedad cada vez más dividida y desestructurada.
Vale, paro ya. No quiero que esto sea un planfeto político, antes me corto las venas. Si tuviera que elegir un bando, sería de izquierdas, pero lejos de la radicalización en la que hoy día vivimos para todo.
Estos animales creados por Orwell, se rebelaron con la idea de ser libres e iguales unos y otros. Ese es el mensaje que debería perdurar en la psique humana, con el que deberíamos quedarnos y no terminar como esos cerdos que finalmente fueron peores que sus antiguos dueños. La esperanza no debe perderse jamás.
La libertad está en la mente y si no la cultivas, toda tu vida serás una simple hierba mala…
Un libro imprescindible y por supuesto necesario en todas las escuelas del mundo.
Mi puntuación es de 10 sobre 10.