Una labor en la sombra
He pensado muchas veces en este tema, pero estoy seguro que puede levantar ampollas el tratarlo, puesto que se que voy a tener en contra a muchos cinefilos puristas. Pero como el resto de mis artículos, todo está tratado desde un punto de vista emocional, de recuerdos, vivencias y horas y horas delante de pantallas disfrutando del cine.
Ya es el momento de decirlo. Voy a hablar del doblaje, en España, por supuesto, que es donde lo he vivido y conocido.
Yo me crié como he contado ya viendo pelis clásicas en blanco y negro en casa y visitando los cines cada semana, por lo que he sido una esponja en cuanto a cine y todos sus géneros.
El doblaje en España se instauró en los años 30 y 40 del siglo XX, imagino que una de las causas era la escasa alfabetización de la población general, algo que hubiese hecho imposible entender un film con los subtítulos, por lo tanto se generalizó esa práctica y se volvió lo usual. Los actores que se encargaban de ello lo hacían en oscuros cuartos, todos apiñados y declamando el texto con las imágenes delante.
Recuerdo muy bien, cuando en un documental, hace muchos años, escuché por primera vez a Humphrey Bogart interpretando en su idioma y , lo lamento, pero lo primero que pensé es que: ¿Cómo alguien con aquella voz podía hacer de tipo duro en las películas?, puesto que su tono era muy similar a la del pato Donald. Aquel descubrimiento me impactó, tanto que os aseguro que intenté conocer las voceas reales de consagradas estrellas de la pantalla y lo lamento mucho, pero sufrí más decepciones, no todas claro, si que hay artistas que lo hacen muy bien, pero no se si será el inglés (no digamos ya los idiomas orientales que cuando sufren parece que estén enfadados con el mundo) pero sus frases, sus locuciones son diferentes a nuestro sentir, por eso mismo escuchar lo que dice Bogart de los labios de José García Guardiola me impacta más.
Ver como llora, ríe o se enoja un actor o actriz escuchando su sentimiento en castellano, le añade un plus. Cierto es que no siempre ocurre, no os voy a negar que hay ciertas películas que su doblaje es patético, desde los ochenta y dada la explosión de films de todos los géneros y subproductos, se produjo que a la par que la cinta era de serie B o Z su doblaje se unía a esa calidad, cosa que notábamos, pero quizá por la ingenuidad de todos, nos importaba poco en ese momento. Ahora las vuelvo a visionar y me doy cuenta de lo malo que era aquel doblaje. Me planteo aquella situación e imagino que había dos motivos, primero que si la peli era de bajo presupuesto, pues no podían pagar a dobladores en condiciones y la otra es que por la cantidad y la premura en estrenar se tenían que quedar con lo que podían obtener si querían lanzar la cinta en la fecha indicada.
No puedo dejar de admitir que no se si será lo deseable, pero a mí, en lo personal, me parece mejor, puesto que, admitido por mucha gente, el doblaje en España es de los mejores.
Estar de espaldas o lejos de la tele y escuchar una película y por los dobladores puedo hasta reconocer a que década pertenece lo que están emitiendo, son unas voces muy características las que sonaban en distintas épocas, puesto que las de grandes producciones lo hacían los mejores y siempre estaban adjudicadas las voces a los mismos actores, haciéndolos así más reconocibles y familiares.
Eso siempre se ha hecho y se continúa haciendo. ¿Quién puede decir que no sabe que está Bruce Willis en la pantalla si oye a Ramón Langa? o que Clint Eastwood esta en escena si escucha al malogrado Constantino Romero, de esos ejemplos miles, como los dobladores que tiene adjudicados a Johnny Deep, Morgan Freeman, Anthony Hopkins, Julia Roberts y un largo etc.
Incluso en películas españolas se ha doblado a actores y actrices que no eran capaces de interpretar con la voz, algo habitual en las décadas 70/80 del siglo XX.
Toda esta larga reflexión a algunos os hará asentir dándome la razón y a otros llevaros las manos a la cabeza pensando como me atrevo a llamarme cinéfilo si afirmo tales cosas, por eso os dejo dos ejemplos de personas a las que seguro admiráis que me apoyan.
Alfred Hithcock dijo el doblaje hace perder un 20 por ciento de una película y los subtítulos un 40 por ciento, por lo cual el doblaje es un mal menor.
Otro director muy respetado y admirado dijo en muchas ocasiones que estaba a favor de los doblajes de sus films, que le daban un toque que mejoraba la obra, ese no era otro que Stanley Kubrick.
Con esto no busco justificación, solo demostrar que no estoy solo en esto. Yo reconozco que me pierdo mucho si tengo subtítulos en la película y de idiomas solo domino el castellano y el valenciano, el resto no me da para ver una cinta.
Esta batalla estará siempre en marcha y aquí solo trato de dar mi visión del tema. De como alguien que se crió viendo cine en su adolescencia de los 80 y devorando clásicos en la televisión desde muy pequeño, gozó de esas interpretaciones que le hacían saber lo que sentían y pensaban los personajes.
Sobra decir que en este momento, dada la explosión de plataformas, series y canales temáticos, el trabajo de estos ha crecido mucho y la gente siempre espera a que la serie o película esté doblada para verla, por algo será (y ahora saltan los puristas tratando de rebaño a los que hacen tales cosas, pero me da lo mismo).
Aplaudo un trabajo a oscuras, desgastando ojos por esa oscuridad y por mirar a la pantalla en todo momento para cuadrar la palabra con los labios del intérprete. Algo que imagino costará más de lo que puedo sospechar.
Yo, con mi modesta opinión les aplaudo y les agradezco su trabajo, pero a los que no lo ven bien, también os aplaudo por disfrutar de una manera diferente a la mía. Esa el la libertad, puesto que los que gustamos del doblaje nunca criticamos a los que prefieren lo opuesto, no así algunos de los otros, que nos ven como inferiores respecto al cine.
Que cada cual vea las películas como prefiera yo lo tengo claro.
Un saludo a los que les gusta el doblaje y otro a los que disfrutan de la versión original en serio.
Os recomiendo el documental voces en imágenes, se conoce mucho de ese arte.
Javier Velar García