La importancia de la sangre
Buenos días chicos. Si hay algo de lo que estoy seguro en esta vida es que como digo en mi primera novela: La sangre siempre llama a la sangre. En ella precisamente se trazan muchas ideas y conversaciones llevadas a cabo con el pedazo de mi corazón al que veis en la foto al que me abrazo.
La humildad es parte de mi sello y desde aquí quiero dar las gracias a mi hija por todo lo que me ha dado durante toda su vida. En este caso en especial, en lo aportado en mi primera novela y ahora en la segunda que viene en camino.
Jamás podré olvidar aquel día de primavera en el que después de venir del cole y pillarme en la cocina preparando la comida del mediodía, mi hija me pidió que le contara mi novela «Llamada de sangre» de pe a pa. Sus caras de sorpresa, alegría o pena al saber de mis personajes y de lo que les depararía por culpa de mi mente calenturienta, no estaba pagado. Me suplicó e incluso se cabreó conmigo por cosas que pasaban en mi primer manuscrito, pero llegó a la conclusión que era lo ideal, a parte por supuesto, de sus acertados consejos.
Hace dos días pasó algo parecido. Andando por la calle y después de ir de compras por un centro comercial, me pidió de nuevo que le hablara de la nueva novela. Sin querer y contando mi idea, me di cuenta de cosas que podía cambiar en base a las preguntas que ella me hacía y su perspectiva con tan solo 12 añitos me ayudó tanto, que a día de hoy no tengo dudas sobre el final de esta segunda obra.
Los hijos son la parte humana de tu alama reflejada en carne y hueso, son algo más que parte de ti, son una prolongación y la enseñanza más pura, para que cuando cometas errores, ellos te ayuden con su mirada inocente y su sonrisa a que sigas adelante.
Por eso desde aquí, quiero brindar un homenaje eterno a la otra parte de mi que navega por este mundo de incertidumbres. Darte las gracias por ser mi vida, por quererme y aguantarme y por concederme el honor de ser tu padre.
Te quiero, hija mía.