Son las 00:24 de la medianoche del 14 de enero de 2017. Miro hacia la izquierda mientras mi cabeza se apoya sobre la palma de mi mano, acariciando suavemente mi pelo mientras observo una pulsera que cuelga de mi muñeca. Un simple hilo grueso azul y en el que reposa un chupete de metal. Ha pasado exactamente un año, dos días y unas diez horas desde aquel día, en el que durante una reunión solidaria me dieron a escoger entre miles de pulseras y sin que mi querida mujer lo supiera o lo entendiera, escogí esa pulsera. Ya había algo dentro de mi que me decía que tarde o temprano una personita daría sentido a mi elección, porque si de algo estuve seguro desde el primer día, es de que tú serías la culminación de todo este amor que llevo dentro de mi hacia tu madre.
Este artículo no es para el mundo. Aquí, delante del ordenador y en la soledad que tanto necesita de vez en cuando un escritor, me dirijo a ti. Mi nueva princesita, mi niña. Mi tercer amor, Naya.
Tu nombre ha significado tanto para tu madre como para mí. Tal ha sido su encanto, que decidí en su día cambiar al personaje primordial de mi segunda novela por el que ahora te da sentido. Te confieso que en su día yo quería un niño, pero todos mi deseos se borraron cuando la sonrisa de tu madre y su expontáneo «¡Gané!» me mostraron su felicidad. Estaba tan nervioso que hasta cogí el teléfono creyendo que alguien me llamaba y me llevé una reprimenda merecida por parte de tu mami. Mi cabeza, tan alocada como comprobarás con los años, empezó a volar durante esos minutos y el resto del día. Hasta ahora mismo, que estoy tratando inútilmente de traspasar lo que siento por ti a través de las yemas de mis dedos hasta la teclas.
Soy el hombre más feliz del mundo y si no es así, al menos lo soy en el mundo que tu madre y yo hemos construido alrededor de nuestro amor. Nada ha sido fácil y por supuesto nada lo seguirá siendo, pero si hay algo de lo que estoy única y absolutamente seguro, es de que tu madre y yo te vamos a querer más allá de nuestro ser y que nunca te fallaremos.
Llevo horas pensando en tu carita y en que decirte, y las lágrimas se escapan solas por mi cara. Me imagino las horas previas a tu nacimiento y los nervios hacen que teclee mil veces mal lo que quiero expresarte. Sentir tus deditos ahogando los míos, mirarte a los ojos y perderme en ellos hasta que el sol me diga que es de día. Bañarte, ponerte la ropita y darte de comer mientras te cuento algunas de mis locuras literarias. Lo siento, sé que seré un pelmazo, pero espero que te enamores de mi como yo ya lo estoy de ti.
Cuando tengas conciencia, dale la enhorabuena a mami, porque se ha portado como una campeona. Ha sufrido con los típicos síntomas del embarazo, pero es el ejemplo más noble de lo que es una persona increíble de los pies a la cabeza. Tenías que verle aquel día la cara llena de lágrimas cuando le enseñé la primera compra que hice para ti, este body precioso (te advierto que estarás rodeada de frikadas jejeje): .
O cuando me decía que sentía que te movías en su interior o escuchábamos tu corazón y ponía esa carita de niña pequeña cuando descubre algo nuevo y emocionante. Incluso cuando se reía de mi cuando te hablaba. Vas a tener una supermami.
Eres la prolongación más hermosa que puede crearse entre el amor de dos personas que ya creían que no existía algo bonito para ellos y que por azar o por el destino, se encontraron hace ya más de dos años y desde entonces no se han separado jamás. A lo largo de mi vida he escuchado mil melodías preciosas, pero ninguna ha roto el ritmo de mi corazón con tanta dulzura y amor como tus latidos y los de tu hermana. ¡Sí! como ya sabrás, tienes una hermanita que esta loca por conocerte y que es una prolongación de las locuras de tu padre. (Entre tú y yo, y ahora que no nos lee nadie: hemos llegado a crear un complot ultrasecreto entre tu madre, tu hermana y yo, para hacer de ti una friki más como nosotros).
Es curioso como en mi caso particular, cuando debo escribir algo para alguien querido, me bloqueo totalmente. Es como si mi corazón bombeara mil sentimientos por segundos y todos se agolparan en mi cerebro sin dejar que ninguno de los que salen con suerte del atasco, muestren lo que realmente siento ahora mismo desde hace unas horas para acá. Son simples, son llanas y son las más sinceras que nadie va a decirte jamás en tu vida. Te quiero Naya. Te quiero con todo mi ser, porque gracias a ti he vuelto a creer en el amor, el amor de verdad, el amor que perdura para siempre en los ojos de tu madre. Una mujer que me ha devuelto lo más preciado que tenía, mi yo. Dormido por los años y que ella hace recuperar de un plumazo con tan solo sonreírme o darme su cariño de la forma más incondicional que tiene de hacer las cosas.
Tú vas a ser una prolongación de esa belleza, estoy segurísimo. Verte hoy en el vientre de tu madre, como te movías y te tocabas la carita, como latía tu corazón al compás de nuestras vidas, me ha hecho entender lo que es la vida en sí. Su significado, lo que realmente nos hace humanos es la consumación del amor y la forma en que se dividen dos almas para crear un tesoro, un tesoro hecho ser, que dependerá de ellos para el resto de sus vidas. Da igual los años, las experiencias vividas, las lágrimas y las alegrías. Al final, lo único que importa es que tus pies siempre te llevarán hacia la misma orilla….las caricias, los abrazos y el amor de tus padres, tu hermana y tu familia. Porque no sabes lo que te espera después de tu nacimiento. Hay dos familias que ya te quieren con locura y amigos que se sienten tus tíos por derecho propio y de los que tu madre y yo nos sentimos orgullosos de que así sea.
No voy a mentirte, la vida no es de color de rosa, pero desde aquí te hago la promesa de que nadie te robará tu infancia, tu ternura y la magia con la que se os impregnan a todos los niños durante el descubrimiento de vuestra vida. Aquí vas a tenerme para lo que necesites, no quiero quedarme solo con el cliché de Padre. Quiero ser tu amigo, tu consejero, el hombro en el que puedas llorar, el loco con el que te rías y juegues hasta que tengas tus amiguitas y todo lo demás que te reserve el futuro.
Si tuviera que darte un consejo para que seas feliz en esta vida, sería fácil: Vive la vida al máximo, disfruta de todos los momentos que el destino te depare, llora, ríe, salta, ilusionate por tonterías, corre, juega, haz volar tu imaginación con un libro, vibra con la música, ama y se amada, pero sobre todas las cosas: se tú, siempre tú y no dejes que nadie te robe lo que eres, ni te dejes influenciar por los demás, porque si pierdes tu esencia te sumirás en la oscuridad…..perdón, ya se me iba la olla de nuevo. Es lo que tiene el síndrome Star Wars, mezclado con los ecos de Iker Jimenez.
En fin, que cuento los segundos, los minutos, las horas, los días, las semanas y los meses por tenerte entre mis brazos y que me hagas llorar con tu carita, reír con tus ocurrencias y velar tus sueños hasta que tu me lo permitas.
Te quiero hija mía, te quiero con toda mi alma…..
Óscar Lamela Méndez